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7 cosas que no tienes que hacer si quieres cazar patos

© Ángel Vidal

Puede que seas un experto persiguiendo las duras perdices de tu coto y que no haya conejo que se resista a tu fina puntería, pero cazar patos es algo muy diferente, una modalidad muy exigente en la que la climatología adversa y los madrugones pondrán a prueba tu capacidad física. Si este año vas a debutar mojándote el culo, más te vale no pifiarla o la próxima temporada nadie querrá llevarte a la charca.

1. Taparte poco

Una de las principales razones por las que los cazadores no ven ni un pato es que los patos los ven a ellos. ¿De qué sirve llenar una laguna con decenas de cimbeles si descubres tu posición? Evita los movimientos bruscos, trata de ocultar los reflejos de tu escopeta y no hagas ruido. Con estos tres sencillos ‘trucos’ de andar por casa verás cómo llenarás tu percha de azulones mucho más rápido. Si de cazar patos se trata, merece la pena el esfuerzo, ¿no?

2. Colocarte cara al sol para cazar patos

A veces no tienes elección, pero si en un día despejado tu puesto está orientado al este te verás obligado a disparar hacia el sol, por lo que sólo podrás provechar los primeros lances de la mañana. Además, una postura iluminada con luz solar de forma frontal es mucho más visible que otra que esté con algo de sombra. Muchos cazadores dicen que disparan mejor cuando ven el contraste del pato contra un luminoso cielo soleado, pero si quieres proteger tus córneas lo mejor es que cambies de posición.

3. Hablar demasiado

Te enfrentas a un animal especialista en escuchar el parpar más tenue y los silbidos que producen sus congéneres a distancias enormes. Esto ha de hacerte pensar que si son capaces de percibir esos sonidos también escucharán tus charloteos y carcajadas. El año pasado cacé en una pequeña laguna muy querenciosa. Sólo éramos tres puestos rodeando la pequeña balsa, pero me llamó la atención cómo podía escuchar perfectamente la conversación constante de las posturas vecinas. Ni qué decir tiene que volvimos a casa con las manos vacías y sin cazar patos.

4. Mostrar tu rostro

O las manos… o vestir ropa inadecuada… Hoy, con la altísima presión que sufren las migratorias por toda Europa, la utilización de prendas de camuflaje de pies a cabeza es una absoluta obligación. En un pantano despejado se puede ver un rostro humano brillar a un kilómetro de distancia. Seguro que sucederá que verás varios bandos volando, dando vueltas sobre tu cabeza que no terminan de echarse al agua. Si vives algo así, coge un espejo y mírate porque el problema está en ti.

5. Disparar la mismo pato que tu compañero

Este es el clásico fallo que puedes cometer incluso siendo un patero experimentado. Lo mejor para evitar esta situación es organizar y planificar la cacería antes de empezar. Analiza la dirección del viento y la ubicación de las escopetas para dejar clara las órdenes. No hay nada más desagradable que encarar un pato y apretar el gatillo mientras percibes que los plomos de tu compañero impactan en el pato una centésima antes que los tuyos.

6. Cazar patos con un perro novato

El uso de un perro de cobro es casi fundamental si queremos recuperar cada una de las aves abatidas, pero se puede convertir en un problema si no está familiarizado con este tipo de cacerías. Ha de permanecer oculto, sentado y en absoluto silencio. Además, deberá acudir al cobro únicamente cuando el cazador dé la orden. Si el animalito va a estar moviéndose de un lado a todo, tirando de la correa y gimiendo sin parar lo mejor es que lo dejes en casa.

7. Apretar el gatillo antes de tiempo

Si quieres volver a cazar patos ya puedes mantener tus nervios a raya. Cuando veas volar un bando de acuáticas sobre tu gorra, muévete lento, ocúltate y, sobre todo, deja que entren a la laguna y se pongan a distancia de tiro. Si cuando los descubres en las alturas, te levantas y sueltas dos zambombazos lo único que conseguirás es que tus compañeros quieran tirarte al agua.

       
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