Años atrás, nuestras jornadas de caza tenían el único objetivo de ganarle la partida al corzo (Capreolus capreolus) tirando a lo que encontrásemos. Eso sí, cuando podíamos elegir, poníamos nuestro visor en el más grande. Hoy, enfermos de ‘trofeítis’, salimos al monte con cinta métrica, papel y boli para, nada más abatirlo, correr a tomar sus medidas. No es difícil aprender las normas de homologación de su trofeo y ponerlas en práctica una vez cazado, pero podemos intentar ir más allá y elegir, antes de disparar, sólo a los de mayor puntuación.

Uno de los apartados que aumenta la valoración del trofeo es su belleza, en la que influyen el perlado, la rosetas, la envergadura y el número de puntas. Estos tres últimos parámetros no cambian cualquiera que sea la época de caza, pues se configuran nada más formarse la cuerna. En cambio, los dos primeros, color y perlado, sí pueden hacerlo. 

La importancia del color

El principal objetivo de muchos cazadores son aquellas cuernas, además de gruesas y altas, oscuras, un factor que aumenta la puntuación de manera poco acertada en ocasiones –¿por qué ha de puntuarse de forma desfavorable la cuerna de color claro de un corzo de terrenos agrícolas frente a la de otro con ella casi negra cazado en una aliseda pantanosa?–.

¿Por qué la coloración es un elemento a valorar en un trofeo? La principal razón es, como veremos, que para un terreno determinado existe una correlación entre dicha coloración y su porosidad y perlado y la madurez sexual del ejemplar. La razón es que los maduros sexualmente suelen lucir una cuerna más oscura, aunque también influyen las especies vegetales que utilicen para frotarla y descorrear o marcar el territorio.

Los colores más oscuros también guardan relación con la edad. Desde esta perspectiva parece acertado otorgar una mayor puntuación a los trofeos de animales más viejos. No obstante, dadas las variaciones locales de color y la existencia de metodologías de datación de edad más fiables y contrastadas, sería más conveniente que ésta se otorgara por el desgaste dentario obviando el color como elemento a valorar, so pena de seguir incurriendo en la absurda y extendida costumbre de colorear o tintar artificialmente las cuernas que se homologan.

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Corzo. © Shutterstock

Peso y volumen, dos parámetros que suman

En Europa, los guardas de los cotos de caza conocen con bastante precisión el peso de la cuerna de los corzos antes de ser abatidos. De hecho, en función de éste es como se venden los paquetes de caza. En España aún no hemos alcanzado este grado de ‘tecnicismo’ a la hora de comercializar los recechos de esta especie. Solemos cazar los ejemplares más grandes guiándonos por nuestra apreciación del volumen visual del trofeo, sujetos a la única limitación del número de precintos.

¿Cómo calcular el peso de un trofeo de corzo?

La cuestión es que otros de los parámetros que incrementan la puntuación son su peso y su volumen. Una grande va a tener más valoración que otra más pequeña, y resulta fácil distinguir cuándo un corzo tiene mucha ‘leña’ encima. El peso de un trofeo de corzo depende de multitud de factores, pero dos son los más importantes. El primero es el grosor de los huesos del cráneo. En este apartado suelen existir grandes diferencias entre las poblaciones del Cantábrico y las del Sistema Ibérico, siendo bastante más gruesos en estas últimas. Además, el cráneo contribuye en el peso final del trofeo, por más que en la fórmula de valoración CIC (Consejo Internacional de la Caza) no se tenga en cuenta y se considere constante.

El segundo de los factores es la proporción de marfil en el tejido poroso de la cuerna. En ésta se distinguen fácilmente al menos dos capas de tejido óseo: una externa, más densa, y otra interna, más esponjosa. La primera está más mineralizada, mientras que la composición de la segunda es más ‘orgánica’. El perlado forma parte de la externa, y es a su vez lo más denso de una cuerna.

En términos generales, la proporción de marfil es mayor en las cuernas de los individuos más jóvenes, aunque suelen ser más delgadas y contar con un cráneo de menor grosor que las de los más viejos. Por tanto, se puede decir que a mayor perlado, mayor volumen.

La importancia del calcio

A lo largo de la fase de mineralización de la cuerna se produce una importante movilización de las reservas minerales de calcio y fósforo que proceden de los huesos. La capacidad del intestino del corzo para absorber calcio es muy limitada y en primavera, además, la vegetación acostumbra a ser pobre en ambos minerales. A lo largo de los siguientes meses, por efecto de hormonas como la testosterona, experimenta una reosificación de su esqueleto. Por lo tanto, es más factible que los cambios de peso de un trofeo entre los meses de abril y septiembre tengan más que ver con una reosificación de su cráneo. 

Lo cierto es que las cuernas de mucho peso y gran volumen son algo excepcional. No obstante, durante los primeros años de expansión a nuevas zonas los corzos son capaces de desarrollar, durante unas cuantas temporadas, trofeos inusuales. Más adelante pueden surgir de forma esporádica auténticos monstruos, pero, como hemos dicho, siempre son excepciones y nunca la regla.¿En qué debo fijarme para saber si un corzo tiene un buen trofeo?

Para no equivocarte a la hora de valorar un corzo en pleno monte, has de prestar atención a los detalles, por pequeños que parezcan.

1. Longitud
Si quieres conocer de forma aproximada la longitud del trofeo que tienes delante, presta atención a sus orejas: la altura de la cuerna debe ser superior a estas. Como referencia, las orejas de un corzo suelen medir unos 13 centímetros, así que haz cálculos.

2. Rosetas
La distancia entre las rosetas también es un factor muy a tener en cuenta: cuanto más unidas estén, mayor será el tamaño del trofeo.

3. Perlado
Analiza también su perlado. Si cuentas con un equipo óptico potente, podrás descubrir si se tratan de rugosidades de calidad no.

4. Puntas
Las puntas también son un punto importante: normalmente encontrarás tres por cuerna pero puede haber más. Estudia su forma: te interesan las largas y afiladas.

5. Envergadura
A simple vista también puedes estudiar la envergadura del trofeo, que no es ni más ni menos que la separación que hay de un cuerno a otro. En el punto medio está la virtud, demasiada separación puede llegar a penalizar al corzo en la puntuación final.

6. Color
Fíjate también en el tono del cuerno. Su color puede marcar también las diferencias. Busca tonalidades de marrón oscura, que son las que más puntuación arrojan.

7. Grosor
El peso es el último de los factores que debes estudiar pero es algo complicado de estimar en vivo. Sin embargo, el grosor de los cuernos puede ayudarte a realizar una estimación. Vigila también el tamaño del ojo en relación a la base del cuerno. Si esta es superior al globo ocular, no lo dudes y aprieta el gatillo.