En los últimos días el lobo se ha cebado con varios potros y un poni en el norte de España. Una realidad que permanece oculta en los grandes medios y que publicamos en un ejercicio de periodismo comprometido con el medio rural. Advertimos de la dureza de las imágenes.

La imagen que los grandes medios suelen proyectar al hablar del lobo siempre es la misma: la de una especie en peligro que intenta prosperar a pesar de tener al hombre y a las administraciones públicas en contra.

Este estereotipo responde a la imagen que muchos grupos ecologistas y animalistas han creado, convirtiendo a este extraordinario animal en uno de sus emblemas. Y como todo emblema ecologista… en una inagotable fuente de ingresos.

Lo que sucede es que, a diferencia de otras especies que también han abanderado la causa ecologista, como el lince ibérico o el águila imperial, el lobo es un animal que crea un fuerte conflicto con la población rural por sus ataques al ganado.

El lobo, producto de marketing ecologista

Los grandes medios de comunicación, gestados en las grandes urbes y alejados totalmente de la realidad del campo, creen a pies juntillas los mensajes diseñados por esa extraordinaria factoría de marketing en la que se ha convertido las organizaciones ecologistas.

Estas, repiten el mismo esquema en todos sus mensajes: hay una especie amenazada, el responsable es el hombre –a través de la caza y otras actividades– y la solución está en sus manos. Un relato fácil de comprar para las fuerzas políticas nacionales, ávidas de maquillaje social y ecologista con el que pintar sus votos urbanos.

Pero la cosa cambia cuando se desciende a las administraciones regionales, las que de verdad conocen la realidad del mundo rural y del lobo. Las que tienen que responder ante unos votantes superados en muchas ocasiones por la realidad.

Todas las comunidades españolas con población de lobo en sus territorios se ven envueltas, antes o después, en ese choque entre la realidad rural y el marketing político que sale de Madrid. Una polémica entre los que quieren obtener dinero con su relato y los que pierden por culpa de los ataques. Lo peor de todo es que las posturas parecen irreconciliables, y en esa polémica pierden todos. El primero, el lobo.

La realidad del lobo en el mundo rural

El conflicto del lobo no lo es entre ecologistas y cazadores. Lo es, como en tantos otros temas, entre ecologistas y mundo rural. Se da la casualidad, además, que el interés cinegético de esta especie es muy reducido, puesto que las capturas son muy escasas y, por tanto, su caza es residual. No está popularizada. En muchos casos, además, el control poblacional lo realizan los agentes medioambientales de la comunidad de turno.

El compromiso periodístico de este medio de comunicación con el mundo rural nos lleva a hacernos eco de noticias como las que hemos podido ver en los últimos días, en las que el lobo ha matado a un poni y varios potros en las cercanías del municipio gallego de Moeche y Santa Cruz.

Según han denunciado varios vecinos, éstos han dado cuenta de la presencia de varios ejemplares en las proximidades de las viviendas, en una actitud que alguno ha calificado como «casi desafiante», al entender que «parece que no les tienen miedo a los humanos».

Las imágenes son duras, pero son la realidad de muchos ganaderos para los que cada ataque supone un duro golpe económico y, muchas veces, emocional.

Imagen del pony muerto por lobos en Galicia.
https://www.facebook.com/luis.gutierrezcanal/posts/2692547117541205

El desgarrador vídeo de un ganadero al que el lobo ha matado 125 cabras: «En la ciudad acabaréis comiendo asfalto»

lobo cabras
Estado en el que los lobos dejaron una de las cabras. / Facebook y Shutterstock

«Este es nuestro pan de cada día. Con él, a uno se le quitan las ganas de todo. Encima de tener cuatro cabras, te las matan los lobos. Luego los animalistas y vuestras tropas salís protestando que si los ganaderos o que si los agricultores, pero yo os pregunto: ¿De qué c… coméis vosotros? Los ganaderos y agricutlores nos teníamos que poner en huelga y salíais a la calle a comer asfalto». Te lo contamos aquí.