Que la población de lobos (Canis lupus signatus) ha experimentado un espectacular aumento no es ningún secreto. A pesar de que el Gobierno ha impuesto la prohibición de su caza sin hacer un conteo oficial, lo cierto es que los ganaderos que sufren sus ataques lo saben bien. Cada vez son más y cada vez más visible. Prueba de ello es el siguiente vídeo, grabado por el colaborador de Jara y Sedal Jerónimo Cuesta mientras se encontraba en un rececho durante la berrea del ciervo (Cervus elaphus) en León, y cuyo testimonio ofrece en exclusiva a este medio.

Jerónimo, que gestiona el perfil de la web de caza Cinegetics, se encontraba recechando ciervos el pasado jueves día 16 a las 8:30 de la mañana en un pueblo de León cuya ubicación exacta prefiere no revelar. La berrea del ciervo estaba en su punto álgido. De pronto, sin esperarlo, los cazadores se percataron de la presencia de unos lobos a gran distancia. «Estaban encaramados en unas peñas, tratando de distraer a una vaca adulta. Una escena preciosa, muy difícil de grabar que tuvieron la suerte de disfrutar», explica Cuesta a este medio. Los cazadores continuaron la marcha, pero fueron alertados por un inusual sonido: los mugidos agudos de un ternero.

Prismáticos y cámara en mano, Jerónimo y su compañero trataron de encontrar al causante del lamento y a una distancia de unos 750 metros, localizaron a otros dos lobos. Estos tenían acorralada a una vaca y su ternero, el cual presentaba una gran herida en su jamón izquierdo. «Impresionante», se escucha decir al cazador, que trata de mantener la calma para inmortalizar la escena al completo.

Jerónimo Cuesta, autor del vídeo, durante el rececho de ciervo. ©Cinegetics
Jerónimo Cuesta, autor del vídeo, durante el rececho de ciervo. ©Cinegetics

Así acabo del encuentro con los lobos

«La vaca plantó cara a los lobos que parecían algo jóvenes e inexpertos y los obligó a retirarse. Pude grabar parte de aquel encuentro con el telescopio», explica a Jara y Sedal el cazador. Cuesta detalla que, muy probablemente, los lobos habían encontrado al pequeño ternero solo, tumbado en algún apartado rincón del monte mientras su madre comía. Al localizarlo, atacaron sin pensar, «lo que provocó los mugidos de angustia del ternero llamando la atención, de forma inmediata, de su madre, que se presentó a la carrera para defenderlo», describe.

Una escena tremenda que relata a la perfección la realidad que viven los montes de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria, las comunidades que albergan al 95% de la población lobera y que se opondrán a la prohibición de su caza llevándola a los juzgados. «Me gustaría recalcar que el lobo nunca será el culpable de estos sucesos. Simplemente responde a su naturaleza depredadora y es fiel a su carácter salvaje. Es el hombre, con su mala gestión de los recursos, su hipocresía, ignorancia, desconocimiento y egoísmo, el que está enquistando un conflicto que perjudica a todos y en mayor medida al icónico lobo, que sufrirá las consecuencias de todos nuestros defectos», reflexiona Cuesta.

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