Muchos se rinden cuando el rastro de sangre desaparece. ¿Dónde ha estado el error? Quizá en un mal disparo, o en un calibre o punta inapropiada, o no saber interpretar el rastro. Lo cierto es que hay pocas cosas más frustrantes que dejar un animal herido en el monte. Para que no te vuelva a suceder, toma nota de cómo actuar antes, durante y después del disparo.
3/5/2017 | Redacción JyS

Practica la colocación del tiro

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Es algo evidente que muy pocos cazadores hacen antes de que comience la temporada. Al practicar aumentará tu confianza, tan necesaria para realizar disparos certeros. Puedes entrenar tu puntería sobre una diana, mucho mejor si es una diana móvil con la forma de las especies cinegéticas a las que dediques tus jornadas.

Conoce tu bala

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El calibre o peso no es lo único que influye en la eficacia de un proyectil. También necesitas saber cómo se comporta en situaciones reales de caza. Si el monte es cerrado necesitaremos una bala contundente que sea capaz de parar al animal incluso rodeado de vegetación. En esta situación, un 8x68S, un .300 Win. Mag. o un 7 mm Rem. Mag. nos servirán tanto en monterías como recechos.

Conoce el terreno

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Es importante conocer el cazadero: dónde se suelen localizar las piezas, cuáles son sus querencias, controlar las distancias desde los apostaderos más habituales… En una montería, nada más llegar al puesto debes tirar de tu experiencia, conocimientos e intuición para tratar de adivinar por dónde pueden romper las reses, detectar los obstáculos que podrían modificar la trayectoria tus tiros… Si el puesto es cerrado comprueba si necesitarás o no utilizar el visor en el lance.

Despeja las líneas de tiro

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Muchas reses se van heridas debido a que nuestro proyectil se desvía al chocar con ramas, forraje, maleza… Cuando elijas tu postura, despéjala de aquellos obstáculos que puedan interferir en tu tiro. Intenta que la trayectoria de la bala sea siempre lo más limpia posible.

Respira adecuadamente

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Cuando un jabalí rompe en tu postura o estás intentando una entrada a un corzo la adrenalina se dispara y tu corazón se acelera. Tu respiración también se vuelve más rápida y entrecortada, afectando a tu habilidad para disparar de forma certera. Debes ser capaza de controlarla. Inspira y espira lenta y pausadamente y céntrate en tu objetivo. Puede ser la diferencia entre abatirlo o sólo dejarlo herido.

Presta atención al ángulo de tiro

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Los disparos de costado son los más efectivos, pero las reses no siempre nos lo pondrán tan fácil. Y para colmo, incluso una ligera angulación del visor puede desviar nuestra bala de su objetivo. Lo más conveniente es no disparar si no encontramos la posición y la distancia adecuadas. Necesitarás mucha templanza, una cualidad vital para realizar un buen disparo.

Reúne información

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Después del disparo, anota mentalmente las referencias que te permitan averiguar por dónde ha podido huir el animal: un árbol seco, una peña… Te será muy útil cuando llegues al lugar del tiro, ya que la perspectiva que tenías desde el puesto será totalmente distinta cuando estés pisteando.

No te apresures

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Es el error más habitual en el que caen incluso aquellos cazadores con mayor experiencia. El animal puede tardar en morir, incluso horas, así que no te apresures. Molestarle, hacer que se levante, puede alargar la búsqueda… y su sufrimiento.

Conviértete en un CSI

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El primer objetivo es identificar dónde empieza el rastro. Marca el trayecto con cinta y examina la sangre. Si es espumosa y contiene tejido de color rosa y burbujas de aire, procederá del pulmón, por lo que el animal estará gravemente herido. Si es roja y con tejido muscular puede indicar un tiro en el corazón o en la parte de la paletilla. Si encuentras restos de forraje y una sustancia verde, probablemente haya alcanzado su estómago. Pistea despacio, marca los lugares donde encuentres su sangre y no prosigas hasta que no tengas clara la dirección de sus pasos.

Mantente fuera del rastro

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Sitúate siempre a uno de los lados del rastro, nunca por encima para no borrar ninguna pista. Puede que necesites volver sobre ellas para examinar de nuevo zonas donde ya hayas estado. Por cierto, no pistees con toda la cuadrilla: bastará con dos personas con experiencia.

Busca evidencias ocultas

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No te centres únicamente en buscar sangre en el suelo. Hazlo también en las hierbas altas y los troncos de los árboles, donde puedes encontrar rastros que desvelen la altura del disparo. Además, presta atención a ramas quebradas, hierba salpicada, huellas… que delaten su trayectoria.

Recurre a la última tecnología

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Existen linternas que nos pueden facilitar la tarea. Emplean luz ultravioleta, una tecnología que resalta visualmente el hierro de la sangre haciéndola visible para el ojo humano sobre todo en condiciones adversas de luminosidad. Su precio puede oscilar entre los 70 y los 100 euros.

Y por supuesto, utiliza perros de sangre

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Son una ayuda imprescindible. A la hora de pistear es importante que rastro esté fresco –se irá haciendo más débil a medida que pasa el tiempo–, así que es fundamental que nuestros perros empiecen a ‘trabajar’ pronto. Teckels, sabuesos de Baviera, Jack Russell, Beagles… son algunos de los mejores especialistas.