El misterioso caso de la muerte de hasta 350 elefantes en el norte de Botsuana en tan solo tres meses tiene en vilo a la Administración estatal y a conservacionistas y cazadores. Las imágenes que llegan desde el país africano han dado la vuelta al mundo: centenares de cadáveres de elefantes colocados boca abajo, probablemente por un colapso repentino.

A falta de conocer los resultados del laboratorio, Jara y Sedal se ha puesto en contacto con diferentes personalidades del mundo de la caza que podrían arrojar luz al asunto, aunque por el momento las causas del fallecimiento de estos paquidermos siguen sin estar claras.

La sobrepoblación de elefantes en Botsuana como posible detonante

Jara y Sedal ha contactado con José Luis López-Schümmer, presidente de la Fundación Artemisan además de experimentado cazador que ha visitado en varias ocasiones Botsuana. Este experto reconoce que no sabe cuál es la causa de la muerte de los elefantes, pero sí señala a la sobrepoblación de estos paquidermos como posible «detonante».

«Aunque no sé si es una enfermedad lo que hay detrás, lo que está claro es que un exceso de la población también provoca que pueda darse un brote puntual». «Por otro lado si los animales salvajes generan un recurso sostenible la población local los tolera», argumenta Schümmer.

«En Botsuana hay un exceso de elefantes brutal. La densidad de otros animales ha bajado mucho, producen daños a los árboles y erosión en el terreno. Las charcas se secan enseguida y el resto de animales tienen menos oportunidades», destaca sobre la situación actual y los problemas que causan al ecosistema.

Conflictos con los habitantes de la zona, una posible causa

Uno de los detalles que más han llamado la atención desde el principio es que la muerte de los animales no parece estar relacionada con el marfil de sus colmillos, como suele ser habitual. Los cadáveres los conservan en sus restos.

Para el presidente de la Fundación Artemisan este detalle apunta en una dirección: «Si un habitante de la zona tiene unas siembras y los elefantes las están devastando pueden tener motivos para matarlos que no tienen nada que ver con sus colmillos. Si ven que ya no son un recurso para ellos, o que el trabajo que tenían como rastreador lo has perdido, o que producen problemas a su ganado… al final hay gente que los puede matar», asegura.

«Hay zonas que no son tan espectaculares para realizar safaris fotográficos y es ahí donde o están los cazadores o aparecen los furtivos», añade. Por último destaca que «en países como Namibia donde se están cazando los elefantes, estos han incrementado muchísimo la población y en lado contrario tienes Kenia, que después de haber prohibido la caza se ha perdido el 80% de la fauna. Tiene que ser un recurso aprovechable y si eso desaparece campan los furtivos por sus derechos».

¿Un posible brote de Antrax?

Por su parte, el cazador profesional Santiago Escobedo afirma a Jara y Sedal que ya en 2016 encontró en la frontera con Zimbabue dos elefantes jóvenes muertos. Nada más verlos dio parte a las autoridades y, posteriormente, se confirmó que habían muerto por Antrax, una enfermedad que afecta al ganado y a los animales salvajes.

La bacteria que la provoca (Bacillus anthracis) se encuentra generalmente en la tierra y los animales enferman cuando ingieren o respiran las esporas en plantas, agua o sustrato contaminado.  «Todo apunta a que esta sea la causa», dice Escobedo. Si bien no descarta que detrás pudieran estar los agricultores locales, a los que los elefantes les destrozan las cosechas, como apuntaba Schümmer.

Aunque el Antrax podría también estar detrás de la muerte de los elefantes de Botsuana, Niall McCann, de la ONG National Park Rescue con sede en Reino Unido, lo descarta. «Hemos visto muertes masivas por ántrax o cianuro, pero no de esta escala. Hemos visto cómo la sequía segaba la vida de cientos de ejemplares hace décadas, pero nunca hemos visto una mortalidad tan grande en tan poco tiempo. Que todavía no sepamos la causa lo convierte en un hecho todavía más preocupante», ha declarado McCann, tal y como recoge la revista National Geographic.

La disminución de la caza de trofeos por el COVID-19 aumenta los casos de furtivismo

Uno de los guardas de una finca africana con cientos de lazos detectados tras la paralización de la caza debido a la crisis del coronavirus. / Santiago Escobedo

Aunque el furtivismo hay quien lo descarta como causa de la muerte de los elefantes, ya que han aparecido muertos sin disparos y con los colmillos intactos, Santiago Escobedo alerta de un aumento de esta lacra en el país por culpa de la crisis del COVID-19. «En cuanto no estamos allí aparecen millones de lazos», asegura el cazador profesional a este medio, al tiempo que nos muestra la fotografía superior..

«Se defienden como sea. La gente allí lucha por sobrevivir. Les da igual un león que una cucaracha, lo importante es que no les toquen su maíz», argumenta sobre un problema que ha aflorado debido a la cancelación de miles de cacerías en África en los últimos meses debido al coronavirus.

«En el momento en el que la presencia del cazador no está en las áreas de caza, automáticamente, y en África en concreto, aparecen todo tipo de problemas como envenenamientos, muertes a tiros o con lanza…», asegura.

¿Qué pasa con el cuerpo de un elefante tras cazarlo?

A pesar de las críticas que recibe casi a diario la caza de trofeos en África, diversos estamentos a nivel internacional y/o continental la han apoyado y han reafirmado sus beneficios. Innumerables son los ejemplos de especies que han visto cómo se incrementaban sus poblaciones gracias a la caza de trofeos, e innumerables son también los ejemplos en los que la prohibición de la caza de trofeos ha sido perjudicial.

Este tipo de caza deja una buena cantidad de dinero en las arcas públicas de los estados de destino. Las cuotas que pagan los cazadores repercuten positivamente en las poblaciones locales, por lo que estas se conciencian más de que es importante conservar el medio en el que viven y hacen frente a las mafias de furtivos colaborando con las autoridades.

Además, cuando se establecen los cupos de abate de las distintas especies, siempre se hace velando por la conservación de la fauna salvaje y siguiendo estrictos controles científicos.

Estos son hechos contrastables, como también lo es el aprovechamiento que se hace de las piezas abatidas por parte de las distintas poblaciones. Son ya muchas las imágenes que así lo atestiguan. A continuación te mostramos un ejemplo más.

elefante

https://revistajaraysedal.es//los-elefantes-se-convierten-en-un-peligro-en-botsuana/