La investigación arrojó un dato claro: las perdices de granja entrenadas con perdices silvestres que fueron soltadas sobrevivieron una media de tres meses más que las que no habían sido entrenadas.
4/11/2016 | Redacción JyS
La recuperación de la perdiz roja es posible
Investigadores de la Universidad de León han realizado un estudio en el que capturaron perdices silvestres para que enseñaran a pollos criados en granjas a sobrevivir en el medio natural.
Estos animales criados por el hombre, que en muchos casos luego se utilizan para repoblaciones, no conocen los peligros que se pueden encontrar en el monte, y no tienen las mismas posibilidades de sobrevivir. Las perdices de granja no actúan de la misma forma que las silvestres al ser introducidas en la naturaleza y son presas fáciles para todo tipo de depredadores.
El estudio, publicado en British Poultry Science, ha sido dirigido por el investigador Carlos Sánchez, que relata así el proceso inicial del proyecto al diario El Mundo: «Capturamos legalmente machos silvestres y los emparejamos con hembras de granja para que tuvieran sus propios perdigones. Una vez que nacieron, los llevamos a otro sitio para criarlos y a los padres los metíamos con pollos nacidos en incubadora para que ejercieran de aves tutoras y así evaluar su comportamiento».
La investigación se prolongó durante dos años en los que se analizó el comportamiento de 800 perdigones cada año. Durante estos años, en los días 1, 4, 15, 17, 30 y 32 de vida de estos animales, se sometía a dos estímulos diferentes a dos grupos de pollos –los que se habían criado con perdices silvestres y los que no-. Estos estímulos consistían en someter a las crías a una silueta de un ave rapaz y a la presencia de una persona.
Estas pruebas arrojaron que en el 76% de las pruebas con siluetas de depredadores los tutores –las perdices silvestres que cuidaban de los pollos- emitían un canto de alerta, y se agachaban en el 59% de los casos. Cuando se les exponía a la presencia de un humano, emitían una alerta en el 73% de los casos y se recelaban en un 78% de las ocasiones. Ante esto, Sánchez asegura al citado diario que “al estar con esos adultos, los perdigones empiezan a familiarizarse con sus comportamientos y surge un aprendizaje por habituación».
Finalmente, tal y como relata el autor del estudio, soltaron 44 ejemplares de los que habían sido entrenados y 40 sin entrenar, colocándoles un dispositivo de seguimiento. Según los datos ofrecidos, los ejemplares que se habían criado con perdices silvestres sobrevivieron una media de entre dos y tres meses más que las que no habían estado en contacto con los pájaros ‘tutores’. “Había una diferencia muy importante», resalta Sánchez.