Por Ramón Garoz (Taxidermista)

El primer paso para mantener tus trofeos naturalizados en perfectas condiciones es recurrir a un buen profesional. Del trabajo inicial dependerá que puedas tener en perfecto estado tus productos de taxidermia o que se echen a perder en pocos años. Hay algunos errores muy comunes que se repiten cuando el trofeo no es procesado por manos expertas.

Por ejemplo, en el caso de los cráneos, si durante el proceso de naturalización no han sido bien desinfectados ni correctamente desengrasados, al poco tiempo comenzarán a desprender grasa y el polvo se pegará a ellos, creando un aspecto muy desagradable.

En cuanto a la piel, se trata de una materia viva que, sobre todo en el caso de las piezas más antiguas o que no han sido naturalizadas con las técnicas más modernas, suele estar tan sólo conservada y no curtida. Esto provoca que se dilate y se contraiga con los cambios de temperatura, que se deshidrate… por lo que requiere un mayor cuidado que las curtidas, menos vulnerables a estos factores.

Cráneos y cuernos

Para mantener los cráneos perfectos límpiales el polvo utilizando una bayeta mojada con agua tibia. A la cuerna, además, le puedes aplicar, una vez al mes, una cera incolora de las que se venden para el cuidado de los muebles.

Colmillos

Cualquier colmillo, ya sea de jabalí o de elefante, necesita un ambiente con cierta humedad –sobre todo si vives en la zona centro– para evitar que se rajen. Quítales el polvo con una bayeta e hidrátalos con cualquier tipo de crema hidratante o vaselina.

Piel

Debes mantener la piel perfectamente limpia de polvo, ya que trae consigo ácaros, polillas… Para ello utiliza un paño húmedo.

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Una vez al mes, peínala –siempre a favor de pelo–.

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Después aspírala con una aspiradora –también es recomendable soplarla con un pequeño compresor– y, por último desinféctala, rociando en abundancia, a medio metro de distancia, un insecticida anti-polillas.


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Aves

La inmensa mayoría de las aves naturalizadas en España sólo suelen estar conservadas. Esto se debe a que son piezas poco rentables para los taxidermistas y a que existe poca información en cuanto a su tratamiento y curtido.

Lo mejor para conservar la pluma es ‘enjaular’ nuestro ‘pájaro’ en una vitrina hermética: es la manera de despreocuparnos de su mantenimiento. De no ser así, tendremos que seguir, una vez al mes, unas pautas para cuidar de nuestro trofeo.

En primer lugar debemos limpiarle el polvo, pero nunca usaremos una aspiradora. Lo mejor es ‘soplarlos’ con, por ejemplo, los sprays de aire comprimido que se emplean para limpiar las cámaras fotográficas. Nunca debemos mojar el plumaje: si esto sucede lo secaremos con un secador… y mucho cuidado. Por último le rociaremos un poco de insecticida, pues la pluma desprende mucha grasa y es una gran fuente de alimento para ácaros y polillas.

Peces

Si están bien naturalizados, bastará con quitarles el polvo con un paño o un plumero. Si se le ha desprendido parte del barniz… ya puedes pensar en tirarlo.


¿Qué pasa si la polilla entra en una pieza disecada?

Si al pasar la mano por tu trofeo pierde pelo, no le rocíes laca para evitar su caída, ya que lo que estarás haciendo es dejar la polilla que la está provocando. No hay solución: olvídate de los implantes, ya que son muy caros y los resultados casi nunca son los deseados. Una opción válida podría ser un cambio de piel. Te recomiendo que tu trofeo naturalizado incluya el cráneo original: aunque pese más, si la polilla se da un atracón con la piel de tu pieza al menos conservarás esta parte del animal que tanto te costó cazar.

Consejos para conservar animales naturalizados

Lo ideal es que el lugar donde expongas tus trofeos tenga una humedad aproximada del 55%. Para conseguirlo, coloca algún recipiente con agua. Además, aléjalos de fuentes de calor –como radiadores ¡y chimeneas!– y evita cambios bruscos de temperatura.

Si cuentas con un auténtico salón de caza repleto de piezas, encárgale el mantenimiento a empresas dedicadas a la restauración y a la desinfección.
La polilla de la ropa es la gran enemiga de tus trofeos –y el terror de cualquier museo del mundo–. Sus larvas se alimentan, entre otros, de pelo, plumas, piel y cuernas. Con las pautas que te ofrecemos podrás mantenerlas a raya, pero si tu animal ha sido invadido por este insecto y no lo tratas a tiempo, despídete de él. Por eso te recomendamos no naturalizar en África las piezas que allí abatas, ya que lo más normal es que lleguen a nuestro país infectadas de polillas.

Intenta mantenerlos en un espacio a unos 15º C: es una temperatura algo fría para la habitación de casa, pero es a la que los insectos se muestran inactivos. La humedad debe ser de alrededor del 55 por ciento, y evita los cambios de temperatura. Además, no te olvides de desinfectar el lugar dos o tres veces al año. Para ello puedes utilizar un humo insecticida de los que existen en el mercado –recuerda que tendrás que cerrar la estancia y no entrar en ella hasta pasadas 24 horas–. Pero si quieres olvidarte de tener que cuidar tus trofeos, hay una solución: una vitrina hermética.

Busca el mejor taxidermista

Como ya te hemos comentado, hay un paso previo a lo que te contamos en estas páginas si quieres que el animal que tanto te costó cazar tenga una larga vida: encontrar un profesional de confianza que aplique los mejores tratamientos para el curtido de la piel.

En España, por fortuna, tenemos grandes taxidermistas, y de reconocido prestigio a nivel internacional. Por cierto, no escatimes en el precio: repercutirá en el tratamiento del animal y, por tanto, en su posterior conservación. Recuerda que tu objetivo es que cada vez que contemples tu trofeo te acuerdes del lance… y no de la madre del taxidermista.