El hombre no dudó en subir por un risco casi vertical de más de 120 metros para rescatar a Piro, su fiel compañero. Ambos tuvieron que ser evacuados en helicóptero.
16/12/2016 | Redacción JyS

Fredín Velasco junto a Piro. / La Nueva España
Fredín Velasco junto a Piro. / La Nueva España

El pasado domingo, Fredín Velasco, natural de Soto (Cantabria) tuvo que arriesgar su vida para salvar a su can que quedó atrapado en un risco elevado cuando estaban cazando en Peñarredonda. «Fue arriesgado, pero volvería a hacerlo», aseguró Velasco a La Nueva España.
El cazador se reunió aquel día con su cuadrilla, y Piro le acompañaba, pero al terminar la batida al jabalí en la que se encontraban el perro no aparecía. Entonces Velasco decidió volver al lugar de caza a buscarlo. «Después de dar unas vueltas por el monte, lo vi en una capa de la ladera del Peñarredonda, seguro que llegó allí siguiendo el rastro de un jabalí», relata el hombre al medio citado.
Según Velasco, al ver a su perro sentado en aquel alto, ni se lo pensó. “No pensé en el peligro, cuando quieres a tu perro haces lo que sea por ponerlo a salvo», explicó. A pesar del esfuerzo de escalar 120 metros por una ladera de rocas, Velasco no pudo alcanzar a Piro. «A unos dos metros del perro, tuve que frenar en seco. Había llegado a un punto en el que no podía seguir, si daba un paso más me mataba», aseguró.
En cuanto Fredín vio el peligro que corrían ambos avisó por la emisora a su cuadrilla. «Estamos los dos atrapados en el Peñarredonda, aquí no subáis que nos matamos todos. Hay que llamar al 112», fueron sus palabras. Tras avisar los compañeros a los servicios de emergencias, éstos acudieron al lugar con un helicóptero.
Según narra La Nueva España, la operación fue complicada por el difícil acceso del lugar en el que estaban Piro y Velasco. Los efectivos del 112 tuvieron que desplegar una grúa con un cable de 40 metros para rescatarlos.
En esta ocasión, por suerte, no hubo que lamentar daños. Al contrario que sucedió lamentablemente con los dos cazadores que fallecieron este año ahogados por intentar salvar a sus fieles compañeros de cacería, uno en la localidad de Zaidín (Huesca) y otro en la provincia de Toledo